viernes, 27 de enero de 2017

EN RUTA. CUARTA ETAPA (POITIERS)

A 250 kms. de Burdeos se encuentra Poitiers. La carretera es la A10, una autopista sin problemas así que tardaremos, aproximadamente, 2h.45m. 


Y en una de las salidas hay un nombre que nos llamará la atención a los que somos fans o fanes o como se diga de Alejandro Dumas y de sus Tres Mosqueteros, y ese nombre no es otro que el de la ciudad portuaria de La Rochelle.

Todavía se pueden oír los cascos de los caballos de D'Artagnan embarcando hacia Inglaterra para obtener una entrevista con el duque Buckingham y recuperar los herretes de diamantes que le había regalado en un momento de pasión Ana de Austria, reina de Francia.

En cualquier esquina puede aparecer el cardenal Richelieu y sus guardias para impedirlo y generar una crisis de estado. 

Esa es La Rochelle. 

Y así es su puerto, construido por Leonor de Aquitania, el viejo puerto de La Rochelle es un recinto de sólidas defensas.

Entre estas defensas destaca la torre de San Nicolás, de 42 metros de altura y construida sobre pilares de roble. 



A la ciudad vieja de La Rochelle se accede desde el puerto por la puerta de La Grosse Horloge. En principio era un acceso de la villa fortificada.
La tour Saint-Nicolas, de la segunda mitad del siglo XIV, reemplazó a otra anterior. Tiene tres salas octogonales superpuestas y un pequeño laberinto de escaleras y pasajes que termina en la parte superior, donde estaban los vigías. 

Enfrente está la tour de la Chaîne, torre de la cadena, creada en el siglo XIV y gravemente dañada en conflictos posteriores, aunque restaurada en el XIX y XX.

Entre un fuerte y el otro se tendía la pasada cadena que obstruía la entrada al puerto

El puerto ya no está repleto de mercaderes, corsarios o burgueses. Hoy el tráfico se ha desplazado más hacia el Atlántico. Pero conserva un marcado ambiente turístico. En torno al mismo,(cour des Dames y quai Duperré) se abren establecimientos de souvenirs y cafés, y por allí pasea una colorista caterva de turistas.





Se trata de una puerta enmarcada entre sendas torrecillas, a la que en el siglo XV se le elevó la parte central para poner un campanario octogonal. En el siglo XVIII se volvió a modificar esta estructura para ampliar la entrada y darle el aspecto actual. Es un nudo neurálgico de La Rochelle, por que enlaza dos zonas de interés, muy amadas por los paseantes. 

Esparcidos en la ciudad vieja hay bellos edificios, entre los cuales uno destacable es el monumental palacio de Justicia

Se trata de un edificio que en 1604 ordenó construir Henri IV para manifestar su generosidad a los habitantes de la díscola urbe. De aquel trabajo quedan cuatro puertas esculpidas y un corredor, porque al final del XVIII se reemplazó casi en su totalidad por un nuevo con columnas corintias. En la fachada, monumental, y de apariencia greco-romana hay una inscripción: Templo de la Justicia bajo el reino de la libertad y la igualdad; el año segundo de la República Francesa. 

Otro edificio interesante es la Maison Henri II, construida en el siglo XVI, en estilo renacentista. También tiene interés el hôtel de la Bourse. Se trata de un noble edificio del siglo XVIII, impulsado por los comerciantes de La Rochelle, y donde está actualmente la Cámara de Comercio y el Tribunal de Comercio. La edificación testifica el poder de la burguesía local del siglo XVIII. 

Pero el casco antiguo es también un lugar agradable para pasear y contemplar casas de arquitectura tradicional y edificios nobles de piedra.  

Después de tomar un refrigerio, en cualquiera de los locales, estupendo, continuamos camino a nuestro destino Poitiers.

Poitiers es sin duda una de las ciudades emblemáticas del arte románico en Francia. 

La iglesia de Notre-Dame-la-Grande (siglos XI y XII) es un exponente fundamental de este estilo, superando a todas las demás, como Sainte-Radegonde o Saint-Jean-de-Montierneuf. Su fachada esculpida es una obra maestra del arte religioso. 



Palacetes, y edificios modernos y contemporáneos comparten espacio con numerosas iglesias y edificios públicos, testigos excepcionales del arte románico y gótico. Especialmente notables son la iglesia de Notre-Dame-la-Grande y el palacio de los Condes y Duques de Aquitania, valioso testimonio de la arquitectura civil de la Edad Media, su gran sala de los “Pasos Perdidos” traslada al visitante a los tiempos de Eleonor de Aquitania. 


La iglesia de Saint-Hilaire figura desde diciembre de 1998 en la lista del Patrimonio Mundial de la UNESCO dentro de los “Caminos de Santiago de Compostela en Francia”; el baptisterio Saint-Jean (siglos V y XI), uno de los más antiguos monumentos cristianos de Occidente dedicado al bautizo. Su piscina bautismal octogonal es el corazón de este pequeño edificio, que también alberga un muy bello conjunto de pinturas románicas y góticas. 


La catedral Saint-Pierre (siglos XII y XIII), primer edificio gótico de Poitiers. Cuenta con un mobiliario excepcional: un conjunto de vidrieras de los siglos XII y XIII (con la notable vidriera de la Crucifixión), estelas del siglo XIII y un órgano clásico del siglo XVIII, obra de F.-H. Clicquot. 

El Palacio Fumé (siglos XV-XVI): un muy bello testimonio de la arquitectura gótica flamígera. Este antiguo palacete, construido por dos generaciones sucesivas de la familia la familia Fumé, presenta una decoración esculpida de gran refinamiento, cincelado en cornisas, molduras, marcos de ventanas, tragaluces...  

El Palacio Berthelot: (siglo XVI) y bella decoración renacentista. A unos pasos del anterior, este palacete dispuesto en fondo de patio cuenta con numerosos motivos esculpidos de inspiración italiana: follajes, medallones, conchas, candelabros… 

El Parque de Blossac: acondicionado por el Intendente del rey en el siglo XVII, ofrece una gran variedad de espacios propicios al descanso: parque a la francesa, jardín a la inglesa, jardín de rocas, pequeño zoológico, jardín de sombra y de luz y teatro de vegetación. Poitiers es la tercera ciudad de Francia con el mayor número de órganos de iglesia. 

La localidad cuenta con cinco instrumentos de fama internacional. Música francesa del siglo XVIII, sinfónica o romántica, todos ellos son repertorios que pueden descubrirse alrededor de este instrumento ancestral. El órgano Clicquot de la catedral Saint-Pierre es sin ninguna duda el más prestigioso. Instalado en 1791, ha sido declarado monumento histórico. 

Pero los órganos de Saint-Hilaire o de Saint-Jean-de-Montierneuf, por ejemplo, son igual de notables. En los alrededores La antigua abadía de Saint-Benoît, en el corazón del burgo. De esta abadía románica, fundada en el siglo VII por San Achard, pervive hoy la iglesia Saint-André así como el ala oriental de los edificios conventuales, con el dormitorio de los monjes y la sala capitular. El interior de la iglesia revela otras riquezas: un valioso báculo en esmalte limosín del siglo XIII y sarcófagos del siglo XII. 

A 10 kilómetros de Poitiers, el parque del Futuroscope le invita a vivir sensaciones fuertes y a descubrir sus espectaculares atracciones que utilizan las más recientes tecnologías de la imagen: cines dinámicos, en 3D, pantallas gigantes… 




Durante todo el verano, Poitiers invita sus habitantes y visitantes a reunirse alrededor de un centenar de eventos diferentes. El programa incluye: cine al aire libre, conciertos (músicas de mundo, gospel, repertorio clásico, conjuntos vocales e instrumentales), danza, teatro, espectáculos multimedia, actividades para los jóvenes, visitas insólitas…(julio-agosto).

 La cocina del Poitou es robusta, generosa, sustentada en una antigua tradición culinaria y por los productos de la tierra: la mantequilla Charentes-Poitou (con denominación de origen controlada), el aceite de nuez, los quesos de cabra, la col, las “mojhettes” (judías blancas), las carnes de cordero y de cabrito, los peces de río, cangrejos de río, anguilas…Los platos cocidos lentamente, de una sana sencillez, son los protagonistas de esta cocina siempre actual. 

El melón del Alto Poitou es reputado por su carne anaranjada, firme y ligeramente perfumada. Ha obtenido la Indicación Geográfica Protegida (IGP). El farci poitevin: la composición de esta terrina conoce algunas variantes, pero se prepara con verduras verdes, costillar de cerdo y miga de pan o harina. Se consume frío o tibio. 

El chabichou es uno de los quesos de cabra más característicos de un territorio con una importante variedad de esta especialidad. Con su forma de tapón barrica, se toma fresco o más curado. Acompaña perfectamente las ensaladas aliñada con aceite de nueces, perfumada y de tono ambarino. 

El broyé sec (torta de mantequilla, lisa y dorada), el tourteau de queso (pastel circular y bombeado, con una textura ligera, cubierto con su característica costra oscura) o una especialidad del sureste de la Vienne: el macarrón de Montmorillon, un esponjoso pastel de almendra que gusta a todo el mundo. 

Esta cocina de la tierra se combina perfectamente con los vinos del Alto Poitou, en los que se diferencian cuatro tipos de uva tradicionales: Sauvignon y Chardonnay para los blancos; Gamay y Cabernet para los tintos. Desde 1970, están reunidos en la Denominación de Origen de Vino Delimitado de Calidad Superior.

Y después de todo esto, no queda más que descansar en algún castillo o en algún hotel de carretera. Eso es cuestión de cada uno y de su presupuesto.

Y hoy para acabar el ecléctico músico, estupendo poeta y, últimamente, cascadete, don Joaquín. 

Si han "pretendido" hacerle entrega del Premio Nobel de Literatura a Bob Dylan, haciendo un castizo paralelismo, exijo (y sí, he dicho exijo) el Premio Cervantes para don Joaquín Sabina. 

Aunque cada vez sea menos republicano y más felipesextista. Nadie es perfecto, ni siquiera don Joaquín.




Hasta pronto. 

Homo Scooterus.

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